Agazapada durante décadas como sigilosa arma de la guerra híbrida, la desinformación ha emergido en 2022 para hacerse visible como potente instrumento de la propaganda bélica rusa, en un año también marcado por la crisis de las plataformas digitales.
Aunque la difusión de falsedades y narrativas propagandísticas es un conocido recurso de las relaciones internacionales, especialmente durante los enfrentamientos armados, la invasión de Ucrania ha generado un inusual torrente de desinformación presente en todo tipo de pantallas.
La guerra ucraniana ha sido el fenómeno desinformador más relevante de un año que acaba con las convulsiones experimentadas por las empresas tecnológicas que gestionan las redes sociales, el ámbito en el que circulan la mayoría de engaños e intentos de manipulación.
Incertidumbre sobre el futuro de Twitter y Facebook
Todavía se desconoce cuál será el impacto real de la compra de Twitter por el multimillonario Elon Musk en la lucha contra la difusión de mentiras y discursos de odio en esta red social, aunque sus primeras medidas parecen haber favorecido dichas prácticas.
Así lo ha constatado EFE Verifica tras comprobar que perfiles con numerosos mensajes contra minorías y contenido falso tenían el aval del distintivo azul de Twitter después de que la plataforma decidiera convertirlo en un modelo de suscripción de pago sin filtros.
Facebook, por su parte, afronta una nueva realidad tras los despidos masivos en Meta, sin que haya trascendido si se producirán cambios en su programa de moderación de contenidos.
La pandemia de la covid-19, las elecciones celebradas en varios países latinoamericanos, el negacionismo climático o, más recientemente, las condiciones en las que se celebra el Mundial de Qatar 2022 han sido otros de los temas que con más frecuencia han propiciado la publicación de contenidos falsos y engañosos.
La desinformación como arma invasora
La difusión de publicaciones falsas sobre la crisis ucraniana empezó meses antes de la invasión, iniciada el 24 de febrero.
Los primeros contenidos estaban destinados a situar la responsabilidad del conflicto en el bando ucraniano.
Tras el estallido de la guerra, la desinformación prorrusa centraba su discurso en crear confusión o negar los ataques contra la población civil de los invasores, mientras que la propaganda ucraniana promovía un discurso épico de resistencia, con héroes cuya existencia no ha podido ser demostrada.
Asimismo, la desinformación rusa ha intentado influir en la opinión pública de otros países para mermar el apoyo de Occidente a Kiev, con acusaciones de nazismo contra el Gobierno ucraniano, valiéndose del miedo a un conflicto nuclear o acusando a los refugiados de actos que no han cometido.
El Kremlin libra una guerra híbrida “no solo contra Ucrania” sino también contra “sus países vecinos” y “la Unión Europea”, asegura en declaraciones a EFE Peter Stano, portavoz del alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
“Rusia acompaña sus acciones militares con un ataque masivo de desinformación y manipulación”, subraya Stano, quien alerta de que Moscú se sirve tanto de redes sociales como medios convencionales y sus instituciones para difundir estas falsedades.
Como apunta, la maquinaria de injerencia rusa lleva en marcha desde hace varios años, pero el Kremlin la ha puesto a máxima potencia para una guerra en la que el campo de batalla se ha trasladado también al ámbito digital.
La respuesta de los verificadores
Con el fin de contrarrestar este abundante flujo de desinformación, la comunidad internacional de verificadores se unió desde el comienzo de la invasión.
Para ello pusieron en común sus desmentidos en una base de datos disponible en internet, Ukraine Facts (Hechos de Ucrania), creada y gestionada por el medio español Maldita y a la que contribuyen con sus informaciones miembros de la Red Internacional de Verificación (IFCN, por sus siglas en inglés), a la que pertenece EFE Verifica.
Este esfuerzo colaborativo ha permitido identificar casi 2.500 afirmaciones falsas sobre la invasión, desmentidas en 5.000 artículos, publicados por un centenar de organizaciones de unos 90 países.
Fomentar tensiones para generar crisis sociales
Las consecuencias de la guerra y las sanciones a Rusia en el aumento de los precios energéticos y de la inflación en general también se ha hecho notar en la circulación de publicaciones falsas.
El periodista y analista internacional Daniel Iriarte, cofundador de la agencia NAR Research & Consulting, explica que Rusia busca sembrar en la ciudadanía europea el ideario de que la sociedad está abocada a “un apocalipsis energético”.
Para ello propaga mensajes que difunden falsas y drásticas medidas de ahorro de luz y calefacción o incluso trata de dibujar que la población se “está revelando ante la tiranía de los líderes europeos”, expone.
Todo ello, para “generar y amplificar al máximo las tensiones” de un país y así “debilitar esas sociedades”, agrega.
Entre esos intentos de desestabilización, Carlos Galán Cordero, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid e investigador de la desinformación, también ha detectado que medios y cuentas prorrusas promovieron narrativas falsas del asalto a la valla de Melilla para presentar a los policías españoles como “auténticas bestias inhumanas”.
Galán Cordero explica a EFE que la difusión de los mensajes citados tuvo lugar durante la cumbre de la OTAN celebrada en la capital española.
A su juicio, el objetivo de Moscú es alimentar “el hastío” de la población hacia sus líderes para “provocar” que las sociedades “se rompan desde dentro”.
Temor a las epidemias y polarización electoral
Tras dos años de pandemia, durante 2022 se ha mantenido una actividad alta de la desinformación relativa a la covid-19, mensajes que durante un tiempo convivieron con falsedades sobre el crecimiento de los contagios de la viruela del mono y el temor que esta enfermedad suscitaba.
Asimismo ha sido muy notable la difusión de mentiras durante las elecciones celebradas en América, especialmente en Brasil y Colombia, con ambientes de gran polarización ideológica.
En el primero de esos dos países se han promovido, además, acusaciones infundadas de un fraude electoral para permitir la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva sobre Jair Bolsonaro.
En Argentina, en una atmósfera similar de crispación, se han divulgado afirmaciones falsas relacionadas con la investigación judicial a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el atentado frustrado del que fue objeto.
Por otra parte, los fenómenos meteorológicos extremos experimentados a lo largo de un año marcado por las olas de calor y los efectos devastadores de los huracanes han vuelto a favorecer la difusión de teorías falsas sobre el cambio climático.